El Banco de España cifra en un 34% la caída de la actividad en España durante el período de confinamiento estricto del primer trimestre, aunque llegó a superar el 70% en el caso del comercio, transporte y hostelería, así como en las actividades artísticas y de ocio. De esta forma, junto a Italia (-34%) o Francia (-32%), España fue de los más afectados en la UE (-21%), lejos de Alemania (-13%).
Las previsiones divulgadas esta semana por la OCDE han echado un jarro de agua fría a los analistas que anticipaban una pronta recuperación de la economía mundial. La actividad se desplomará nada menos que un 6% a nivel global, un resultado inédito desde que existen registros. España figura en el pelotón de cabeza de países más golpeados, con un severo -11,1%.
Inicio la presente entrada justo en el momento en que España entra en su sexta y presumiblemente última prórroga del estado de alarma. El coronavirus sigue su curso asimétrico de desarrollo global, expandiéndose en algunos países mientras retrocede o desaparece en otros.
A pesar de que hace poco más de un mes todavía estábamos confinados y todas las previsiones apuntaban a que el tránsito hacia la nueva normalidad podía alargarse aún más, el turismo ya ha comenzado a remontar.
Ya ha pasado lo peor. No solo en términos sanitarios, algo que los representantes públicos no paran de repetir, sino a nivel económico. Marzo, abril y mayo fueron meses para olvidar, pero los expertos comienzan a ver datos alentadores de que la situación está mejorando.
Las expectativas de una recuperación más rápida de lo esperado, sobre todo en algunas economías, parecen estar confirmándose. La acción de los bancos centrales y de los gobiernos también ayuda a transmitir optimismo y las bolsas mundiales siguen firmes, pese a los conflictos sociales y políticos que han surgido en algunos de los principales países del mundo.
Los indicadores macroeconómicos van mejorando poco a poco, pero todavía los datos siguen reflejando debilidad. Un buen ejemplo de esta tendencia es la confianza de los consumidores, que si bien sigue marcada por el tono pesismista propio del confinamiento, repuntó en el mes de mayo. El índice publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas cerró el mes pasado en los 52,9 puntos, tres más que los registrados un mes antes, pero lejos todavía de los 100 puntos que reprensente el umbral entre la percepción positiva y negativa.
Fedea dice que los indicadores publicados en las últimas semanas muestran "de forma muy clara" los efectos de la pandemia sobre las cuentas públicas, pero asegura que muestran también "indicios esperanzadores" de que la economía española habría tocado fondo en las últimas semanas y que podría estar iniciando un proceso de reactivación.
La economía vasca se contrajo un 3,2 % y el empleo el 2,8 % durante el primer trimestre de este año respecto al mismo periodo de 2019 por el parón de la actividad durante la segunda quincena de marzo por las medidas de contención de la covid-19.
Este porcentaje de descenso es dos décimas superior al anunciado en el avance de las cuentas trimestrales que hizo el Instituto Vasco de Estadística (Eustat) a finales de abril cuando predijo que la recesión del Producto Interior Bruto (PIB) de Euskadi iba a ser del 3 % entre enero y marzo.
La recuperación de la actividad industrial será lenta. Desde luego, más pausada que en el conjunto de la economía. Lo acaba de poner de relieve el indicador de clima industrial, que recoge ya los datos de mayo, cuando se levantaron, al contrario que en el sector servicios, muchas de las restricciones impuestas por el estado de alarma.