El Observatorio destaca varios eventos clave que marcarán la evolución de las relaciones económicas y comerciales a nivel global. La reciente victoria de Trump en Estados Unidos condicionará el devenir de los próximos meses, ya que entre los efectos que podría generar puede producirse una desaceleración económica por sus políticas proteccionistas y un aumento de los tipos de interés, si bien también se prevé un estímulo a la inversión empresarial debido a una menor presión fiscal para las empresas.
El PIB creció un 0,3% en el tercer trimestre de 2023, según el avance provisional publicado por el INE, lo que supone una suave desaceleración con respecto al crecimiento del 0,4% registrado el trimestre anterior (revisado una décima a la baja).
Tras su recorte de previsiones de crecimiento, el BCE asume que la nueva vuelta de tuerca monetaria es una apuesta arriesgada, habida cuenta de las señales cada vez más patentes de parón de la actividad en la zona euro.
Los escollos se han multiplicado a la vuelta del verano: nuevas tensiones en los mercados energéticos, estallido de la burbuja de crédito en China, inflación estancada por encima del 5% en Europa y con un repunte en España, pese a la subida de los tipos de interés, y pronunciada contracción de los nuevos préstamos a particulares y emp
Que la economía española ha capeado mejor de lo vaticinado las consecuencias de la crisis energética, de la inflación y de una guerra, es ya una evidencia. La pregunta es hasta qué punto puede seguir sorprendiendo.
En el nuevo Informe-Observatorio internacional destaca que el crecimiento global en 2023 se ralentizará al 2%, por la continuidad del impacto de la guerra en Ucrania y que el crecimiento económico mundial seguirá viéndose frenado en 2023, con diferencias regionales.
Las relaciones entre Estados Unidos y China se han tensado paulatinamente, suponiendo uno de los mayores riesgos geopolíticos para las empresas en 2023. Al mismo tiempo, China está acelerando para alcanzar la autosuficiencia en tecnologías críticas.
Estos días de Semana Santa, de descanso y para muchos de reflexión también, son un buen momento para tomar distancia con los acontecimientos financieros de marzo, para analizar con sosiego. Turbulencias financieras con las que nadie contaba hace cinco semanas pero que pudieron causar un episodio muy grave de inestabilidad financiera global. Tenemos aún el miedo en el cuerpo.
La inflación ha entrado en una fase decisiva y más compleja que la que desató el brote inicial proveniente de factores externos como la energía y las materias primas agrícolas.
El año pasado el número total de concursos de acreedores creció en la Comunidad Autónoma Vasca el 47,8%, ligeramente por encima de la media española (46,3%) y en consonancia con la tendencia que se viene registrando a nivel nacional desde el año 2016. En total, en el País Vasco la cifra subió de 458 a 677, frente a los 27.632 contabilizados en toda España.
Desde el final de la etapa más dura de la pandemia, cuando termina el confinamiento, la evolución de algunos de los agregados macroeconómicos centrales han mostrado un comportamiento que ha desafiado la capacidad de los analistas para explicarlos.
Tanto la incertidumbre como los cambios estructurales subyacentes ocurridos durante este período han dificultado no solo la capacidad de predecir el futuro más inmediato de dichos agregados (predictibilidad) sino, además, interpretar lo sucedido cuando se analizan en su conjunto.