Los atisbos de recuperación que habían surgido tras el periodo de confinamiento se están afianzando. La actividad industrial rebota con más intensidad de lo previsto, según el principal indicador de coyuntura para junio (índice PMI de compra de empresas). También se percibe una notable mejoría en los servicios, algo sorprendente ya que se trata del sector más castigado por las medidas de restricción de actividad y de movilidad.
El fin del desconfinamiento y la progresiva vuelta a la normalidad se vieron reflejados en la actividad de la industria vasca en mayo, mes en el que la producción manufacturera registró una caída del 27,8% con respecto a mayo de 2019, en términos homogéneos de calendario laboral, un mal dato si se toma de forma aislada, pero que si se analiza desde la variación mensual se torna positivo ya que mayo ofrece un aumento del 16,7% en relación a abril.
La historia también se escribe con cifras. La del crecimiento económico del primer trimestre del año tiene todas las papeletas para pasar a los libros de economía como la mayor caída de la actividad productiva de España desde que hay registros.
La pandemia económica sigue cobrándose víctimas. Por un lado, el comercio mundial de mercancías, que este año, según las últimas estimaciones de la OMC, podría contraerse hasta un 32%. Por otro, la inversión extranjera directa (IED), que lleva una trayectoria descendente desde 2016.
La mitad de las empresas están luchando por preservar el empleo. Es una de las principales conclusiones del informe 'Conversaciones: Remuneraciones y el Covid-19', realizado por KPMG en España, un estudio que analiza las medidas que las compañías están tomando por causa de la pandemia.
Con esta dudosa aportación al léxico parlamentario, que seguramente produjo más de un síncope entre los ilustres académicos de la RAE, Patxi López increpó a los miembros de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados por el escaso espíritu constructivo de sus intervenciones.
La Comisión para la Reconstrucción Social y Económica se creó con el noble propósito de establecer políticas para hacer frente a las consecuencias de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus.
La existencia de las dos grandes crisis vividas en nuestro mundo en el siglo XXI, la de 2008 y la actual, nacida en 2020, nos permiten identificar muchas y muy grandes diferencias entre ellas. Hay, de partida, un origen muy distinto cuando señalamos las causas que dieron origen a ambas turbulencias planetarias. La del 2008 fue debida, entre otros muchos problemas, a los muy serios errores en la implantación de los mecanismos regulatorios de los mercados financieros, que arrancaron con su origen en EE UU y que después se dispersaron por el resto del mundo.
El fin del estado de alarma y el inicio de la «nueva normalidad» han traído consigo un gran incremento de las quiebras empresariales. Sólo en lo que marcha de mes de junio, un total de 435 empresas han solicitado el concurso de acreedores al encontrarse en una situación de insolvencia y no poder hacer frente a sus deudas. La cifra es tres veces superior a la registrada en mayo y supera ya incluso las 359 suspensiones de pagos efectuadas en el mismo mes del año anterior.
Los indicios de recuperación de la economía se han consolidado en los últimos días. La mayor parte de los indicadores de coyuntura recientes (los denominados de alta frecuencia) apuntan a un rebote significativo de la actividad productiva y de la movilidad. El reverso de la moneda son los rebrotes del virus que se están detectando en muchos países del mundo, incluyendo España, al compás de la desescalada de las medidas de seguridad sanitaria.