La producción industrial de Euskadi ha registrado una caída del 12,4% el pasado mes de julio con respecto al mismo mes del año 2019, en términos homogéneos de calendario laboral. No obstante, este descenso interanual es el menor de los registrados desde marzo, incluido ese mes, según los datos hechos públicos este miércoles por el Instituto Vasco de Estadística, Eustat.
La pandemia ha supuesto un importante punto de inflexión en la lógica global de los negocios, del cual quizás poca gente es consciente. Hacia final de los noventa, con la llegada de internet, se impuso una visión de la economía según la cual los ciclos económicos se habían acabado.
La política económica se ha esforzado desde marzo en evitar el cierre masivo de empresas y moderar el incremento del paro, algo que sería devastador para la sociedad y la propia economía. Esta estrategia de corte defensivo tenía su plena justificación en la etapa inicial de la pandemia y conserva en buena medida su vigencia.
Uno de los supuestos sobre los efectos económicos del Covid-19 que se manejan con mayor asiduidad es que, una vez que se controle la pandemia, la economía volverá a guiarse por los mismos principios que antes de la eclosión vírica. Es la concepción de que este virus es un accidente del que nos olvidaremos. Sin embargo, poco a poco se están imponiendo dos realidades que alteran ese planteamiento que considera la pandemia como un interruptor que se enciende y apaga. Por un lado, el Covid-19 no parece una enfermedad lineal.
Era la canción más popular del malogrado DJ sueco Avicii: Wake me up when it’s all over. Es lo que parecen decir ahora la economía y los ciudadanos. Los observatorios más reputados apuntan a que las dificultades se prolongan. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo que tolerará más inflación y que los tipos de interés ultrarreducidos continuarán, con lo que parece que la política monetaria súper expansiva se cuasieterniza, con sus efectos positivos, pero también con las distorsiones que genera.
Pese a los buenos datos cosechados en julio, en los que la industria española volvió a cifras previas al estallido de la pandemia, los rebrotes de coronavirus se han contagiado al sector durante el mes de agosto, frenando su recuperación y arrastrando de nuevo sus indicadores de actividad a niveles preocupan
La crisis actual ha supuesto un verdadero quebradero de cabeza para el entorno empresarial porque le ha llevado a unos problemas de liquidez y solvencia que pone muy difícil seguir adelante para muchos de sus integrantes.
La epidemia de Covid-19 está teniendo un impacto negativo sin precedentes sobre la actividad económica y, en particular, sobre los ingresos de las empresas, provocando que en algunos casos estos sean insuficientes para hacer frente a los pagos comprometidos. Tan es así que, según un reciente informe del Banco de España, casi una cuarta parte de todas las compañías españolas se hallan en situación de quiebra técnica, esto es, su patrimonio neto es negativo.
La multiplicación de rebrotes de la covid y el deterioro de las expectativas están frenando la recuperación y amenazan con alterar significativamente la posición de nuestra economía con respecto a los principales socios europeos.