La economía vasca se recupera con fuerza al crecer un 15,2% en el tercer trimestre.

La economía vasca se está reactivando con brío de la fuerte caída registrada en los dos primeros trimestres como consecuencia de la pandemia. Entre julio y septiembre ha crecido ni más ni menos que un 15,2% en relación al periodo anterior, con lo que recuperada una parte considerable del terreno perdido, según datos ofrecidos esta mañana por el Eustat, correspondientes al avance de las cuentas trimestrales.

La facturación cae un 23% en industria y un 10% en servicios.

La cifra de negocios de la industria registró en Euskadi en agosto una caída del 23,1% en relación al mismo mes de 2019, el mayor descenso del conjunto del Estado, donde el retroceso medio fue del 9,9%. El mismo indicador de negocio respecto al sector servicios, también de agosto, ha registrado en Euskadi un descenso del 10% en términos interanuales, según los datos hechos públicos ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Las dos crisis.

Sin paños calientes. La gravedad de la crisis económica causada por la pandemia ya tiene todas las hechuras para ser de parecida magnitud a la financiera de 2008. Con consecuencias imprevisibles. Una historia entre dos crisis, como la de las dos ciudades de Dickens, que anuncia un enorme cambio social. Un siglo y medio después sigue siendo válido aquello de “era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura”.

El número de concursos de acreedores en septiembre se disparó un 55% sobre los registrados en 2019.

El número de concursos de acreedores en septiembre se dispararon hasta 282, un 55% más que en el mismo mes de 2019, según la estadística mercantil del Colegio de Registradores de España.

Durante los primeros meses de la pandemia habían caído de forma generalizada (-84,8% en abril y el -76,1% en mayo), afectados por la ralentización del proceso concursal durante el estado de alarma y por el RD 16/2020.

La segunda oleada económica: una crisis de deuda provocada por los incumplimientos de pagos.

La crisis vinculada a la pandemia del Covid-19 ha llevado a disparar los niveles de deuda a nuevos récords. Con las previsiones actuales del FMI, veremos un incremento de 20 puntos del PIB en las economías avanzadas, en 10 puntos en las economías emergentes y alrededor de 7 puntos en los países en vías de desarrollo.

Tratamiento a base de deuda.

Uno de los resultados más espectaculares de esta crisis es el incremento exponencial de la deuda tanto pública como privada. Según el FMI, el endeudamiento global batirá este año un nuevo récord como consecuencia de la caída abrupta de la actividad y de las políticas de sostén de la economía, basadas en el crédito a las empresas y el gasto público.

Por favor, no hagan olas.

Tan cerca pero al la vez tan lejos ya en el tiempo como en abril de este año, describimos como la irrupción del COVID-19 nos había conducido a una economía global fuera de sincronía, con los países sufriendo y enfrentando el impacto de la enfermedad de manera muy dispar, lo que realimentaba los efectos perniciosos interiores y exteriores de la crisis, en un shock de oferta y demanda que describíamos gráficamente con la siguiente imagen:

La confianza empresarial se dispara un 10,5% y marca máximos desde 2013.

El Indicador de Confianza Empresarial Armonizado (ICEA), cuya publicación corresponde al Instituto Nacional de Estadística (INE), subió un 10,5% en el cuarto trimestre de este año en relación al trimestre anterior, su mayor alza desde el comienzo de la serie, en 2013.

Hasta ahora, el mayor repunte se había registrado en el tercer trimestre de 2013, cuando se experimentó un aumento de la confianza del 5,5%.

La segunda ola se abre paso en la economía.

Una de las principales premisas de las previsiones presentadas por el Gobierno esta semana, coincidiendo con muchas otras, es que la economía española habría emprendido una senda sostenida de recuperación, y que esta no se truncará hasta finales de año. La hipótesis es crucial, porque determina la pauta de crecimiento en los próximos ejercicios y que, de no realizarse, la política económica tendría que desplegar nuevas herramientas en un tiempo muy limitado para evitar un agravamiento de la crisis de consecuencias impredecibles.

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