La economía española se ha ido distanciando de la del conjunto de la Unión Europea en términos de PIB per cápita y de empleo, y la actual crisis sanitario-económica hará que ese distanciamiento sea aún mayor.
Con la llegada anunciada de una vacuna para prevenir los contagios de la covid, aparece la primera luz al final del túnel en el que nuestra economía está inmersa desde el inicio de la pandemia. De confirmarse la efectividad del remedio y su disponibilidad desde inicios de 2021, se produciría un vuelco en las ensombrecidas perspectivas. Los sectores que más se beneficiarán del fin de las restricciones, como el turismo y otros servicios dependientes de la movilidad, tienen un peso elevado en nuestro aparato productivo.
La producción industrial de la CAV en septiembre de 2020 ha retrocedido un 9,8% con respecto al mismo mes del año 2019, debido en buena medida a la caída del 14,8% de la industria de Bizkaia dado que en Gipuzkoa este descenso se fijó en un 6,9% mientras que en Álava fue unas décimas menor, del 6,2%.
Al inicio de la anterior crisis económica asistimos a un aumento de la tasa de ahorro de los hogares hasta máximos entonces históricos —un 12% de la renta disponible bruta en el segundo trimestre de 2009—. Dicho ahorro fue denominado “ahorro del miedo”, ya que los hogares decidieron aumentar su ahorro por precaución ante la incertidumbre generada por la caída de la actividad económica y el crecimiento del desempleo.
La actividad industrial ha crecidocon fuerza en octubre, recuperando impulso tras el rebote posterior al confinamiento, gracias sobre todo a los buenos datos de Alemania. En España la encuesta de gestores de compras (PMI) del sector manufacturero elaborada por IHS Markit ha arrojado el mejor dato en tres meses. Aunque la demanda sigue retraída por la pandemia y las restricciones, la mejora de los nuevos pedidos ha permitido que el índice pase de los 50,8 puntos de septiembre a los 52,5 de este mes.
El país está a punto de tomar una decisión transcendental para su futuro con el debate sobre los Presupuestos Generales del Estado (PGE). La capacidad de control de los impactos económicos y sociales de la pandemia, y el impulso a la recuperación, dependen sobremanera de los presupuestos públicos. Porque el sector privado, inmerso en la segunda ola de contagios que amenaza con provocar una recaída de la economía, no está en condiciones de tirar del crecimiento.
Los meses pasan y el estado de alarma vuelve. Mientras, problemas básicos en la gestión de la crisis sanitaria permanecen. La forma en que se implantan medidas y se comunican a los ciudadanos sigue incurriendo en los mismos tres pecados originales. La recuperación del eslogan “quédate en casa” es buena muestra de ello.
España salió de la recesión en el tercer trimestre del año. La economía española creció un 16,7 % en los meses de verano por la vuelta a la actividad tras unos meses de confinamiento estricto que provocaron una contracción histórica en el segundo trimestre del 17,8 %, según ha adelantado este viernes el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El fuerte enfriamiento de la coyuntura, en paralelo a la curva de contagios de la covid, plantea un desafío inaudito para la política económica al que conviene responder sin esperar a la adopción de nuevos presupuestos ni a la llegada de fondos europeos.