La pandemia de coronavirus hundió la economía en 2020 y ello está situando a numerosas empresas y microempresas vascas al borde del abismo. Hasta tal punto que desde que se inició el contagio por covid-19, en febrero de hace un año, en Euskadi se han destruido 1.618 empresas, según los datos de Confebask del mes de enero.
Las líneas definitorias de la economía española para los próximos años se están dibujando en un plazo muy corto. Inexorablemente, los retrasos de la vacuna tienen consecuencias nefastas, especialmente para nuestro país por su dependencia del turismo. Pero tanto el vigor del rebote que se vaticina, como su persistencia y eventual sostenibilidad, dependen sobre todo del acierto de la acción pública en las próximas semanas.
Hemos empezado este año prácticamente de la misma forma que finalizamos el anterior, con una pandemia que sigue causando miles de víctimas, forzando de nuevo medidas restrictivas y frenando los intentos de recuperación económica. Las tan deseadas vacunas, además, no están llegando con la celeridad esperada, por problemas de producción e incertidumbres contractuales, y ponen muy difícil los objetivos de inmunización estimados para 2021, estrechamente ligados a los objetivos económicos. Por no hablar de los eventos metereológicos con los que hemos arrancado enero.
La nueva ola de contagios es un mazazo para las familias como para las empresas que esperaban estrenar el año con una mejora de las perspectivas gracias a la vacuna. Las restricciones a la actividad impuestas por la mayoría de países vecinos ante la virulencia de la nueva ola de contagios dejan presagiar una recaída de la economía europea, retrasando la recuperación que se esperaba para la nuestra. Francia parece ser una de las más afectadas, pero Alemania no sale inmune.
El PIB de la Comunidad Autónoma Vasca ha descendido un 9,5% en el conjunto de 2020 mientras el empleo ha caído un 8,1%, según las estimaciones del Avance de Cuentas Trimestrales realizadas por Instituto Vasco de Estadística, Eustat.
Este retroceso de la economía vasca es menor que la última estimación realizada por el Gobierno vasco, que preveía concluir el ejercicio con un descenso del PIB de Euskadi del 10,1%.
Una de las principales características de la crisis pandémica reside en su impacto desigual, algo que entraña un cierto sesgo en la interpretación de los datos agregados. A primera vista, la economía está lista para un rápido rebote que tarde o temprano permitiría recuperar el nivel de actividad precrisis.
El shock provocado por la pandemia tuvo un efecto casi inmediato en el comercio mundial, bloqueando la cadena de suministro y deteriorando después la demanda. Sin embargo, en los últimos meses este comercio se ha venido recuperando, anticipando un buen año 2021 en el que, además, se ha eliminado uno de los grandes obstáculos para el mismo, como es la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca.
El comienzo de año ha sido movidito. Los malos datos sanitarios después de las fiestas se han generalizado en el mundo occidental. La tercera ola de la pandemia, con cepas nuevas del virus incluidas, está ejerciendo mucha presión nuevamente en el sistema hospitalario. Están siendo necesarias nuevas medidas restrictivas que van a afectar a la economía. En particular, a la hostelería y comercio. Va a llover sobre mojado para muchas empresas. No va a ser suficiente con medidas de liquidez. Los apoyos de solvencia, e incluso ayudas directas, serán necesarios.
La economía inicia el año con grandes esperanzas depositadas en los recién aprobados presupuestos generales, de corte altamente expansivos, y en los potentes estímulos monetarios desplegados por el BCE, que convierten la financiación de la deuda en un ejercicio cuasi indoloro.