El entorno externo ha jugado un papel crucial en todas las recuperaciones anteriores, y ésta no ha sido una excepción. El rebote de la economía mundial, junto con las mejores perspectivas internas ligadas a la aceleración de la campaña de vacunación, dio un giro saludable a las expectativas. A la espera de lo que sentencie el INE la semana que viene, todo apunta a un resultado alentador en el segundo trimestre, con un PIB al filo del 2%, es decir un histórico 19% en términos interanuales.
La Corporación Mondragon ha celebrado hoy en el palacio del Kursaal de San Sebastián su tradicional Congreso Anual, en el que ha dado a conocer también sus resultados globales de 2020. Unas cifras, como es lógico, marcadas por la pandemia pero que, ha defendido el grupo, se sostuvieron gracias a los esfuerzos de los cooperativistas.
La llegada inminente de los fondos europeos plantea una cuestión clave: ¿cómo reaccionará la inversión interna, es decir la que determina el futuro económico del país?
El cambio de estrategia de inflación por parte del BCE es una decisión inteligente, y beneficiosa para una economía endeudada como la española, pero no despeja las dudas acerca del riesgo de burbujas financieras inherente al mantenimiento de una política ultra-expansiva durante un tiempo prolongado.
Los procesos de quiebras empresariales se han disparado un 77% en el primer semestre del presente año 2021 en Euskadi, relacionados con la pandemia de covid.
La crisis del Covid-19 se ha llevado por delante ya a más de 175.000 negocios que se han visto obligados a cerrar desde que comenzó la pandemia, si bien otras 110.000 empresas corren el riesgo de desaparecer si se eliminan las medidas de contención, como las distintas moratorias o los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).
El deterioro de las cuentas públicas como consecuencia de la pandemia se vislumbra como uno de los principales puntos de discordia para la política económica europea, y la española. Sin duda, la política fiscal ha jugado un papel crucial de amortiguador de la crisis, facilitando la supervivencia de muchas empresas y el mantenimiento del empleo. Prueba de ello la evolución del mercado laboral, con nada menos que 492.000 afiliados más en junio (en términos desestacionalizados, descontando los ERTE y los autónomos con prestación).
Nos devanamos los sesos tratando de ver cómo mejorar la competitividad de la economía. Una receta fácil es potenciar lo que se ha mejorado. Incluso recordarlo, entre tanta autoflagelación. Esta semana, Eurostat ha publicado los datos de comercio internacional de abril.
La crisis económica generada por la pandemia no tiene parangón, y todo apunta a que la recuperación, por su fuerte dependencia de factores psicológicos, será también singular.