China, la fábrica del mundo, se ha parado y con ella las 37 plantas de las 32 empresas guipuzcoanas implantadas en el Dragón Rojo. La crisis del coronavirus les ha impactado de lleno y la producción ha sido casi inexistente durante dos semanas, un problema que afecta a todo el tejido industrial del país. A día de hoy, dependiendo de las zonas y del cumplimiento de los protocolos de seguridad impuestos por el Gobierno de Xi Jiping, la actividad comienza a arrancar, aunque con dificultades.
Los mercados financieros no son ajenos al brote de coronavirus, que ya se ha cobrado 170 muertos y mantiene infectadas a otras 7.700 personas. Hace tres días las Bolsas y el petróleo se veían sacudidas por el miedo a que la enfermedad contagiara también al crecimiento económico mundial.
Con 2019 ya en los libros de historia, China ha cuadrado su balance económico. En el último año, su PIB creció un 6,1%, según ha anunciado esta mañana la Oficina Nacional de Estadística. Esta cifra supone el ritmo más bajo en 29 años, lo que atestigua tanto la progresiva desaceleración del gigante asiático como lo vertiginoso de la velocidad a la que ha avanzado en las últimas décadas.
China se convertirá en la primera potencia mundial. La única duda es cuándo. Algunos analistas vaticinan que será hacia 2025, mientras que los más conservadores retrasan este hito hasta 2050. En cualquier caso, hay un hecho que no se puede obviar: no será la primera vez que el Reino del Centro haya liderado el mundo.
El señor Fu es mayor, pero cada día se sienta en su puesto de trabajo en la línea de ensamblado en una de las siete fábricas que producen para la compañía Mattel en China. Junto a dos compañeros, se dedica a montar un tren de juguete, 'Thomas y sus amigos', que estos días desenvuelven con ilusión muchos niños en todo el mundo. Uno se encarga de armar el ferrocarril y las ruedas, otro pega la cara sonriente y el tercero, aprieta los tornillos. El señor Fu lleva tres años aquí.
En China se suceden a diario vibrantes competiciones de robótica entre adolescentes. Algunos de ellos pasan semanas concentrados, sin apenas dormir, preparando el hardware y software de sus prototipos. El premio puede ser un empleo en alguna de las emergentes empresas tecnológicas chinas. Los vencedores se convierten en celebrities, ídolos juveniles que son entrevistados por los medios y aparecen en las televisiones, construyendo así un nuevo referente social emprendedor y tecnológico.
La venta de Volvo a la automovilística china Geely es, sin duda, el ejemplo más conocido de empresas suecas que han pasado a manos de corporaciones del gigante asiático en los últimos años. Pero no es la única.
La directiva del Partido Comunista pretende impulsar la cadena de suministro tecnológica china, pero la sustitución de proveedores como Intel o Samsung plantea dificultades.
Pekín ha ordenado a todas las oficinas gubernamentales y a las instituciones públicas retirar los ordenadores y el software extranjeros en el plazo de tres años, lo cual puede suponer un revés para grupos como HP, Dell y Microsoft.
La industria manufacturera china volvió en noviembre a crecer tras seis meses seguidos de contracción y su indicador de referencia, el índice gerente de compras (PMI), se situó en los 50,2 puntos, nueve décimas más que el mes anterior, informó hoy la Oficina Nacional de Estadística (ONE).
Tras meses complicados principalmente por las consecuencias de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, este índice vuelve al verde en plena ola de optimismo por la posible cercanía de un acuerdo entre las dos grandes potencias mundiales.
En un momento en que China y EE UU intentan zanjar la guerra comercial en la que las dos mayores economías del mundo están inmersas desde el pasado año, la Organización Mundial de Comercio (OMC) autorizó este viernes a Pekín a imponer aranceles contra Estados Unidos por valor de 3.600 millones de dólares al año -una cantidad inferior a los 7.000 millones solicitados por Pekín-, en un litigio sobre medidas antidumping que adoptó Washington y que se prolonga desde hace seis años.