l sector servicios de China entró en recesión durante el pasado mes de febrero por primera vez desde que hace 14 años comenzó a elaborarse la encuesta de actividad PMI de Caixin, cuyo índice sectorial se desplomó a 26,5 puntos desde los 51,8 de enero, como consecuencia del impacto del brote de coronavirus y de las medidas para contener el virus.
Los efectos económicos de la crisis de la Covid-19 empiezan a vislumbrarse en China, especialmente que en la industria manufacturera, que registró en febrero su peor dato desde que comenzó la serie histórica oficial (2005) al desplomarse su indicador de referencia, el índice gerente de compras (PMI), 14,3 puntos hasta los 35,7.
La industria manufacturera de China registró en febrero su peor dato desde que comenzó la serie histórica oficial (2005) al desplomarse su indicador de referencia, el índice gerente de compras (PMI), 14,3 puntos hasta los 35,7, según datos oficiales publicados este sábado.
Las plantas que las cooperativas de Mondragon tienen en China empiezan a recuperar la normalidad después de la práctica paralización de su actividad durante unos días como consecuencia de las medidas de prevención establecidas por el coronavirus y, en concreto, entre el 14 y el 17 de febrero, y la mayoría de las fábricas han abierto nuevamente sus puertas. Su nivel de actividad se sitúa, de media, entre el 50% y el 60%, y progresivamente incorporan a su personal a los centros de trabajo.
El mundo en el que la única alternativa para las empresas manufactureras era llevar sus fábricas a China y al sureste asiático es algo del pasado. Está cobrando cada vez más fuerza la opción opuesta: el 'reshoring' o relocalización, por el que estas mismas compañías repatrían parte o toda su producción a sus países originarios o a zonas más cercanas. Según señala un informe de Bank of America Merrill Lynch, un 83% de las empresas de EEUU tienen planes de relocalización.
El sector del automóvil continúa en shock ante el avance del coronavirus. Tras conocerse nuevas cifras de afectados y comprobarse la rapidez con la que avanza en Asia, las empresas más grandes del ramo están volviendo a poner de manifiesto su aprensión hacia un virus que sigue cobrándose la vida de decenas de personas al día.
Nada más conocerse los primeros casos del coronavirus, los mercados bursátiles chinos se desplomaron, cayó el precio del petróleo y las exportaciones se vieron fuertemente golpeadas, y arrastraron a las bolsas de todo el mundo. Eran cifras macroeconómicas difíciles de asimilar. Pero la crisis provocada por el Covid-19 ya se ha trasladado a las fábricas, a las tiendas y a los aeropuertos.
Las siderúrgicas de China están sufriendo su peor crisis en muchos años por culpa del coronavirus, con la demanda congelada a medida que las fábricas y las obras de construcción detienen sus operaciones por todo el país. Pero aún siguen produciendo metal sin descanso, aunque no se lo compre nadie.
La economía China está aquejada desde hace lustros de no pocas y peligrosas asimetrías macro-económicas, pero está regida con puño de acero también en lo económico.