Abrir la cuenta bancaria y encontrar un ingreso inesperado es un motivo de alegría, pero si el importe asciende a los 2.450 millones de dólares (2.076 millones de euros), la sorpresa se torna en incredulidad.
En las civilizaciones antiguas, la alineación de la estrella Sirio con el sol era la señal de los días más calurosos del año. Anunciaba también cambios de época, nuevos paradigmas. Estos días, la canícula ha llegado a los bancos. Al contrario que en la crisis financiera, se parecen más a un termómetro que a la fiebre. Han realizado movimientos anticipativos absorbiendo pérdidas. Aún conscientes de que la incertidumbre persiste, los bancos estiman que el otoño-invierno será duro.
Sin capacidad de reacción tras los resultados, el sector firma su cuarta caída consecutiva.
La banca está pasando por su peor crisis en Bolsa desde la primera quincena del mes de junio. En las tres últimas sesiones de la semana pasada, el índice Ibex 35 Bancos encajó un descenso del 12%, perdió el nivel de los 300 puntos y volvió a los niveles más bajos desde finales de mayo.
El esfuerzo de la banca por que el crédito siga fluyendo en momentos tan críticos como los vividos en los tres últimos meses pasa factura a sus cuentas. Los seis grandes bancos han hecho provisiones por 14.550,9 millones en el primer semestre y más de 5.911,5 millones (un 41%) han sido para hacer frente a los deterioros y el futuro incremento de la morosidad por la pandemia.
Abanca es, junto a Andbank, las únicas entidades financieras españolas que siguen apostando por crecer con compras en esta etapa de pandemia. El viernes Abanca anunció que había llegado a un acuerdo preliminar con el grupo Crédit Agricole (CA) para la compra de sus acciones en Bankoa, con lo que la entidad gallega adquiriría el negocio bancario minorista de Crédit Agricole en España y reforzaría su posicionamiento en el País Vasco. Es la primera operación corporativa desde que el BCE ha reclamado fusiones.
El BBVA perdió 1.157 millones de euros durante el primer semestre del año tras encajar un impacto de 2.084 millones por el ajuste contable en el fondo de comercio de Estados Unidos y por las provisiones efectuadas ante potenciales deterioros por la crisis de la covid-19, que en el segundo trimestre ascendieron a 644 millones.
El principal objetivo de los bancos centrales es mantener la estabilidad de precios mediante el control de la inflación en un rango determinado, que en el caso de la eurozona es del entorno del 2%. Sin embargo, la batería de medidas aprobadas por los principales responsables de la política monetaria, incluyendo agresivas compras de bonos e inyecciones de liquidez, apenas están logrando el objetivo fijado.
El grupo Santander cerró el primer semestre del año con pérdidas por valor de 10.798 millones tras destinar 12.600 millones de euros a dos cargos contables: el saneamiento del fondo de comercio de sus inversiones históricas y el de los activos fiscales diferidos (DTAs, también conocidos como créditos fiscales) ante el deterioro de las perspectivas económicas a raíz de la pandemia.
Los bancos dan por acabados los efectos de los avales públicos, pese a que han pedido más. Las garantías a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO) han permitido una expansión sin precedentes de la financiación a empresas, con criterios y condiciones más suaves pese a la incertidumbre provocada por la crisis del coronavirus. Pero ha sido algo temporal que no se repetirá en el tercer trimestre, en el que restringirán el grifo del crédito.