Un estudio internacional en el que participan investigadores del Donostia International Physics Center (DIPC) y de la Universidad Tecnológica de Nanyang (Singapur) ha realizado un "descubrimiento clave" que "podría ayudar a la detección de la materia oscura" del universo, aquella que a diferencia de las estrellas no es visible.
Si la pugna por entender físicamente el cosmos fuera una justa medieval, la materia oscura sería Ivanhoe. Todo el público contiene el aliento esperando a que el héroe se quite el yelmo y deje ver su verdadero rostro.
El origen de las señales únicas es imposible de conocer. Solo se pueden proponer hipótesis razonables basadas en señales con propiedades muy similares. El radiotelescopio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio detectó el 15 de agosto de 1977 una señal de radio durante 72 segundos desde la constelación de Sagitario. La señal «6EQUJ5» fue identificada de forma manual por el astrónomo Jerry R. Ehman, que la bautizó como «Wow!» («¡guau!», en español).
El ya venerable róver Curiosity, que cumple este mes doce años de exploración en Marte, y el más reciente róver Perseverance no han parado de enviar innumerables imágenes, análisis e interesantes hallazgos de su exploración.
Hasta el momento, ninguno de esos hallazgos es una prueba directa o indirecta de vida presente o pasada en el planeta. Pero sí son extraños y de alto interés científico.
La teoría del big bang (o de la gran explosión) describe la historia térmica del universo en expansión. No es una teoría sobre el origen del universo, sino sobre la historia de las transiciones de fase del contenido del universo conforme se expande (el radio del universo observable a crece) y se enfría tras la inflación cósmica (el bang de la teoría del big bang ocurre en el recalentamiento).