More than a third of U.S.-based manufacturing executives at companies with sales greater than $1 billion are planning to bring back production to the United States from China or are considering it, according to a new survey by The Boston Consulting Group (BCG).
China lanzó una avalancha de estímulos el 24 de septiembre, sacudiendo los mercados con el objetivo de revertir la narrativa negativa que había rodeado a la segunda economía más grande del mundo durante semanas.
La locomotora asiática reduce ligeramente el ritmo. La economía China ha crecido un 4,7% anualizado en el segundo trimestre, según ha anunciado este lunes la Oficina Nacional de Estadística (ONE) de la República Popular. El incremento ha sido del 0,7% con respecto a los tres primeros meses.
Es poco frecuente que las evaluaciones sobre el desempeño y el potencial de una economía diverjan tan marcadamente como sucede en el caso de China. Mientras que algunos economistas elogian los logros pasados y las perspectivas futuras de China, otros se centran en las supuestas fallas de su modelo de desarrollo y sugieren que la trampa del ingreso medio está a la vuelta de la esquina.
China atraviesa desde 2020 una ya larga etapa de debilidad económica y todos los ojos están puestos en cómo evolucionará en los próximos años la segunda potencia del mundo. Hay poco lugar para el optimismo, porque el gigante asiático no ha experimentado la recuperación que se esperaba tras el fin de las restricciones de la política Covid cero. Y a ello se suman cinco factores que amenazan con ahondar la crisis en los próximos años.
La economía de China se enfrenta a un triple golpe que amenaza con dejar a su economía sin aire. Tras cerrar el 2023 con un crecimiento del PIB del 5,2% (a priori positivo, puesto que el objetivo de Pekín era el 5%), los inversores no han digerido demasiado bien este dato.
Fomentar el ahorro y contener el gasto. Este es, probablemente, uno de los consejos que más veces escuchamos a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, llevado al extremo y de forma colectiva, puede suponer la 'ruina' de una economía. En el sistema predominante en el que vivimos, basado en la división del trabajo y la especialización de la producción, el gasto de uno es el ingreso de otro. Si la rueda dejar de girar, la economía puede tambalearse y terminar cayendo.
La demanda agregada en China se ha debilitado de forma significativa estos últimos tres años. Además de los efectos, que aún duran, de la política china contra la Covid, pero también opera como un freno la disminución de la demanda global. Las exportaciones registraron en julio una caída interanual del 14,5%, que hace un marcado contraste con el pujante 17,2% de crecimiento que tuvieron en julio de 2022.
La economía china debía impulsar un tercio del crecimiento económico mundial este año, por lo que su drástica desaceleración de los últimos meses está haciendo sonar cada vez más las alarmas en todo el mundo. Los responsables políticos se preparan para un golpe a sus economías a medida que las importaciones chinas de todo tipo de productos, desde materiales de construcción hasta productos electrónicos, se desploman. El presidente de EEUU, Joe Biden, calificó hace no mucho los problemas económicos de China como una "bomba de relojería".