El creciente propósito ‘buenista’ en las empresas parece positivo, al menos en apariencia. Porque, ¿hasta qué punto es eficaz esta retahíla de promesas y esperanzas, a veces vacías?
No quisiera decirlo así, pero todo sugiere que el mundo se va a la mierda. No es nuevo: lo sabemos desde hace tiempo, y estar en mayo y que parezca julio lo refrenda. Lo que sí es más nuevo es que ahora todos queremos salvarlo.