La Unión Europea ultima la implantación de sistemas de reconocimiento facial en todas sus fronteras. Se usarán para recopilar los datos biométricos de los llamados ciudadanos de terceros países (los de fuera del espacio Schengen), a quienes hasta ahora solo se les tomaban las huellas dactilares, y contrastarlos en tiempo real con las listas de personas señaladas, tanto por las autoridades locales como por las comunitarias.