De la imagen peliculera de un hacker desaliñado que pasa el día tecleando en un cuchitril solo es veraz la abundancia de pantallas. Lo más habitual es que los ciberataques sean obra de delincuentes organizados, que pueden o no gozar del respaldo o la tolerancia de entes estatales ya se sabe de dónde. Para subrayar las advertencias, suele decirse que hay dos tipos de empresas, las que han sido hackeadas y las que serán hackeadas en algún momento.