De la importancia fundamental que la programación tiene sobre el futuro de la economía habla mejor que nada el nivel de consenso sin precedentes para conseguir que, de aquí a cinco años, la programación esté integrada en el currículo educativo de todos los niños españoles: del sector público al privado, pasando por las grandes corporaciones, líderes políticos e incluso todos los presidentes de la democracia.