Ómicron delata el egoísmo de Europa

Sonrojo. No se puede sentir otra cosa ante la falta de solidaridad generalizada y el proteccionismo de los países ricos en la gestión internacional de la pandemia. Empezamos el 2021 con el mantra “hasta que todos estén seguros, ninguno lo estará”. Era un buen eslogan, cuestionable científicamente, pero necesario moralmente. Lo terminamos con la sensación de que ninguna persona estaría segura si eso dependiera de una respuesta internacional efectiva. Una reacción falta de equidad, que ha pronunciado las diferencias y las brechas en salud global.

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