La región del Este, desde Estonia a Bulgaria y desde Ucrania a Polonia, debe su inestabilidad a ser, desde siempre, punto de encuentro (y conflicto) entre grandes potencias europeas y asiáticas. Si a esto le sumamos el interés de esas mismas grandes potencias por permitir que se forme un ente unificado lo suficientemente grande como para entrar en competencia directa con ellos, podemos entender algo mejor la situación en la que se encuentra el territorio y el crisol de Estados que lo conforman.