Si un evento económico podría definir 2022, sin duda es la inflación. Todas las políticas extraordinarias que hemos visto, como la rebaja de los 20 céntimos a los combustibles, el tope del gas, la limitación de las subidas de los alquileres o las subidas de los tipos de interés, han sido consecuencia de los niveles de inflación no vistos desde hacía 40 años.
Hemos conocido en plena Semana Santa los preocupantes datos de inflación de marzo de Estados Unidos y España. Han sonado como un redoble de tambores, o, peor, como una tamborrada. En ambos casos, se ha vuelto a niveles no vistos desde los ochenta. El dato estadounidense muestra una inflación más allá del encarecimiento de la energía.