Llevamos años transitando por caminos económicos desconocidos u olvidados. Caminos en los que, frecuentemente, la ortodoxia se ve superada y los gobiernos a todos los niveles se ven empujados a improvisar con audacia. A veces, incluso remando en contra de otros objetivos importantes, como puede ser la transición energética, el cambio climático o la sostenibilidad de las finanzas públicas.
La Diputación de Gipuzkoa ha aprobado una pionera norma foral que contempla beneficios fiscales a las cantidades aportadas por la ciudadanía y agentes económicos y sociales a la investigación básica impulsada por los centros del territorio.
La Comisión Europea evaluará en primavera si sigue adelante con su plan de reactivar las normas europeas de disciplina fiscal en 2023, ya que espera que la invasión rusa de Ucrania ralentice su recuperación económica tras la pandemia, si bien no prevé que la haga "descarrilar".
A pesar de que hoy en día Europa mantiene un enfoque centrado al diseño del reparto de los fondos europeos y las condiciones para ser entregados, existe una discusión de fondo que para el viejo continente con una visión a largo plazo. Se trata de esbozar un marco fiscal para la economía del siglo XXI.
Y si se debe de dibujar una nueva fiscalidad, para Europa no significa otra cosa que poner esfuerzos en implementar nuevos impuestos, nada de una menor presión fiscal.
Uno de los gigantes industriales y tecnológicos presentes en España, Siemens, se ha puesto al día con Hacienda tras una inspección sobre los ejercicios de 2013 a 2016 que se ha saldado con el pago de 35,9 millones. El control de la Agencia Tributaria a Siemens Holding, firma que aglutina las actividades e inversiones del grupo en este país, afectaba a todas las empresas del perímetro de consolidación fiscal.
Desde el inicio de las medidas de confinamiento y de limitación a la actividad para hacer frente a la crisis generada por la propagación del Covid-19, los países han desplegado planes de emergencia y otras iniciativas orientadas a moderar el impacto sobre la economía2 .
La grave crisis generada por el coronavirus va a provocar un histórico desplome del Producto Interior Bruto (PIB) que, según las previsiones que se consulten, se recuperará el año que viene en mayor o menor media. Pero esta situación exigirá y provocará también un ingente incremento del gasto público que, sumado a la falta de disciplina fiscal del Gobierno, amenaza con dar forma a una bomba fiscal que dispare la desviación presupuestaria de este año hasta los 100.000 millones de euros.
Los beneficios de las empresas del Ibex 35 crecieron en 2017 un 16,2% con respecto al año anterior, mientras que su aportación al Impuesto de Sociedades menguó un 11%, según el informe «Reparto desigual. Cómo distribuyen valor las empresas del Ibex 35», realizado por Oxfam Intermón. En el mismo, la organización analiza las prácticas fiscales de las grandes empresas, su presencia en paraísos fiscales, las diferencias entre los salarios de los altos cargos y el resto de personal y la evolución de los dividendos que reparten.
Cada año el capital hace la maleta. No para irse de vacaciones, invertir o crear riqueza, sino para tributar menos. El 40% de los beneficios de las multinacionales acostumbra a desplazarse a un país de baja tributación o paraíso fiscal. La cifra corresponde a unos 600.000 millones de dólares anuales.
Aquí van las preguntas dignas del juego de mesa Trivial Pursuit.
Uno. ¿Cuál es la empresa que tiene más dinero custodiado en territorios de baja o nula tributación? Respuesta: Apple. La tecnológica de la manzana tiene aparcados unos 246.000 millones de dólares fuera de EE.UU. (en su caso, en Irlanda). Esto le permite ahorrar, sólo en impuestos, lo que debería pagar a la administración norteamericana, unos 76.700 millones.