Podríamos decir que la científica Hannah Ritchie pasó de la ecoansiedad al optimismo en lo que respecta al cambio climático. De la preocupación extrema y el convencimiento de que estamos abocados al desastre, a la esperanza y confianza ante lo que la humanidad puede hacer para adaptarse y limitar sus efectos en los próximos años. Pero Ritchie no es una treintañera cualquiera que forje su opinión o se informe en redes sociales, leyendo periódicos o viendo informativos.