La fiebre amarilla ataca con saña a la automoción europea, y se la está comiendo por los pies.Mucho se habla del coche eléctrico chino, las baterías de estado sólido, la fagocitación de recursos, pero está pasando muy desapercibida otra jugada: los coches baratos de motor térmico. La industria del viejo continente se ha recuperado del achaque pandémico a base de concentrarse en los coches de mayor margen, los más caros, y está ganando más que nunca. Enhorabuena.