Eärendel es la estrella individual más lejana jamás observada hasta la fecha. Debe su nombre al poema escrito por Tolkien en 1914, El viaje de Eärendel, inspirado en la mitología anglosajona. Pero, ¿qué puede enseñarnos una estrella que ya ni siquiera existe sobre la vida y muerte de sus congéneres? ¿Y sobre el Big Bang?
Alas 13.20 horas de hoy (hora española) está previsto lanzar el telescopio espacial James Webb (JWST, en sus siglas en inglés) desde Kurú, en la Guayana Francesa. El lanzamiento estaba previsto para el 24 de diciembre, pero por condiciones meteorológicas adversas tuvo que posponerse al día de Navidad.
Si hay una pregunta que estremece a la mayoría de las personas es el origen de la vida. Múltiples teorías se han enfrentado a esta pregunta dando respuestas plausibles y, en varios casos, se ha planteado la posibilidad de que nuestra vida no sea única en el vasto universo.
La NASA aún no ha descubierto qué obligó a desconectar su telescopio espacial Hubble hace más de una semana. La computadora de carga útil del telescopio dejó de funcionar repentinamente el 13 de junio, lo que hizo que los ingenieros de la NASA se esforzaran por resolver el problema.
La investigación más detallada hasta la fecha sugiere que el universo distribuye de forma más homogénea de lo que se esperaba, lo que contradice algunos planteamientos de la teoría de la relatividad general. No obstante, los responsables piden cautela y más investigación para confirmarlo.
Casi 60 años después de su descubrimiento en la constelación de Cygnus X-1, nuevos datos revelan que su masa es cerca de un 50 % mayor de lo que se creía. Esta contradicción nos obliga a revisar los modelos de pérdida de masa de las estrellas más grandes en los vientos estelares a lo largo de su vida.
Una explosión cósmica sin precedentes ha sacudido el mundo de la astronomía. El pasado junio, el telescopio Atlas del observatorio de Haleakala (Hawái) detectó un estallido inusualmente luminoso en el cielo que no encajaba con ningún fenómeno conocido. Análisis posteriores han revelado que se trata de un tipo de objeto nunca antes observado y que abre nuevas vías de investigación.
El choque de dos estrellas diminutas, de unos veinte kilómetros de diámetro, ha abierto una nueva era en la astronomía.
No eran estrellas cualesquiera. Eran estrellas de neutrones, auténticos zombis cósmicos, cadáveres oscuros de astros que ardieron en el pasado. Estaban condenadas a una eternidad de sombras. Pero se atrajeron y, al unirse, volvieron a encenderse. Durante una fracción de segundo brillaron más que una galaxia entera.