Hubo un tiempo, después de la Segunda Guerra Mundial, en el que se pensó que Alemania podría acabar siendo un país no industrializado. De hecho, el entonces secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Morgenthau, planteó el llamado “Plan Morgenthau”: hacer de Alemania, tras la derrota del III Reich, un país de economía eminentemente agrícola y de servicios.