La han vuelto a liar. Los robotaxis experimentales de la ciudad de San Francisco vuelven locos a sus vecinos, y su amabilidad está llegando a los límites de su capacidad. Los androides rodantes carecen de la sensatez y sentido común de los conductores humanos, y cometen tropelías absurdas que hacen incómoda la vida de sus vecinos.
La ciudad de San Francisco aprobó en agosto que los taxis autónomos pudieran circular por toda la ciudad. Desde entonces se sucedieron los desastres: coches sobre la acera, detenciones en medio de la calzada e incluso un atropello.
Es un día cualquiera en la ciudad alemana de Hamburgo. Un sinfín de vehículos circulan por las calles, mientras los peatones se agrupan en los semáforos. Entre todo el ajetreo, un vehículo atraviesa el tráfico sin que quien lo conduce esté agarrando el volante con las manos o pisando los pedales con los pies.
Argo AI echa el cierre. Esta empresa era una de las más importantes del sector de los coches autónomos y contaba ya con 2.000 empleados y operaciones en siete países después de recibir una enorme inversión inicial, que superó los 1.000 millones de dólares en 2017. Sin embargo, sus problemas para consolidar una tecnología de vehículos plenamente autónomos y rentables ha hecho que sus dos principales apoyos, Ford y Volkswagen —propietarias de un 84% de la compañía—, le retiren la financiación.
La empresa que ha comprado la división de coches autónomos de Uber, Aurora, ha alcanzado un acuerdo con Toyota y con el fabricante de piezas de vehículos Denso para desarrollar y probar vehículos equipados con la tecnología de la startup, según han anunciado ambas.
Hasta ahora, el ser humano se ha movido de un lado para otro buscando los servicios que necesitaba. La revolución de la conducción autónoma consiste en llevar esos servicios al ser humano. Canalizar el espacio de la misma forma que hemos hecho con la electricidad o la luz”.
Uber está buscando deshacerse de su división de vehículos autónomos, Advanced Technologies Group (ATG), y la startup del sector Aurora Innovation es un probable candidato para adquirirla, según informó TechCrunch el viernes.
La inteligencia artificial aplicada en vehículos se ha cobrado la primera víctima. Joshua Brown, el dueño de un Tesla Model S, de 45 años y nacido en Ohio, perdió la vida cuando su coche se metió debajo del remolque de un camión en una carretera de Florida. Según el registro oficial los hechos sucedieron el pasado 7 de mayo a las 3:40 de la tarde. El conductor del camión, Frank Baressi, de 62 años salió ileso, declaró que el coche iba a gran velocidad y no frenó.