Stanford en 1945, un modelo para Mondragón en 2013.
El libro “Fred Terman at Stanford: Building a Discipline, a University, and Silicon Valle” es un excelente relato del trabajo desarrollado por Fred Terman (1900-1982) para convertir la Universidad de Stanford en una de la mejores universidades de los Estados Unidos.
El libro relata la implicación de Fred Terman en favor de sus alumnos, tanto en términos de apoyo académico, como por el esfuerzo que desarrolló para buscarles empleo una vez terminados sus estudios. Resulta especialmente ilustrativo que, ante las dificultades de empleo causadas por la Gran Depresión, Fred Terman concluyera que la mejor forma que tendrían sus alumnos para encontrar empleo sería la de crear sus propias empresas. Fue justamente él quien recomendó a Bill Hewlett y a Dave Packard unieran sus esfuerzos para crear Hewlett-Packard. También fue Fred Terman quien lideró la creación del Stanford Industrial Park, justamente considerado como el germen de Silicon Valley.
Numerosas lecciones pueden desprenderse de la lectura del libro. Una de ellas es muy poco conocida y bien puede ser de utilidad para Mondragón de nuestros días. Es la siguiente. En el otoño de 1944, ante la evidencia de que la victoria sobre la Alemania nazi estaba razonablemente próxima, el presidente Franklin D. Roosevelt (1882-1945) indicó a sus colaboradores que comenzasen la planificación de la integración de los soldados americanos en la vida civil. Roosevelt pensaba que el sufrimiento de los soldados tenía que tener su justa recompensa. Su indicación se resumió en una frase: “no one of my boys without a house, a job or a study” (“que a ninguno de mis chicos les falte una casa, un trabajo o unos estudios”).
Roosevelt añadió que sus chicos necesitaban una “primera oportunidad en la vida”, puesto que buena parte de sus soldados había tenido enrolarse dejando pendientes sus estudios. (La edad media del combatiente americano era de apenas 22 años). Tras pensar en silencio unos momentos, Roosevelt agregó: “Bueno. Es posible que alguno de ellos necesite una segunda oportunidad, dado que probablemente haya desaprovechado una primera”. Roosevelt era muy sensible al concepto de la “reconstrucción del proyecto de vida”, pues a la edad de 39 años había padecido una severa poliomielitis que le retiró bruscamente de la vida política y le dejó paralítico de cintura para abajo. Roosevelt nunca pudo volver a caminar y, solo tras siete años de tratamiento y rehabilitación, pudo volver a la actividad política y reconstruir su proyecto de vida.
La indicación de Roosevelt condujo a la ejecución de un enorme esfuerzo de formación profesional y universitaria en favor de los veteranos de guerra. A modo de ejemplo, las universidades californianas de Berkeley, Stanford y UCLA mantuvieron durante 5 años estudios de ingeniería que eran impartidos durante tres turnos al día. (Efectivamente, había cursos de ingeniería hasta altas horas de la madrugada). Profesores universitarios jubilados volvieron a impartir clases para que los chicos de Roosevelt tuvieran su oportunidad. Baste referir que el profesor Stephen Timoshenko (1878 - 1972), considerado como uno de los padres del estudio de la resistencia de materiales, impartió clases nocturnas con más de 70 años de edad en aulas repletas con hasta 60 estudiantes.
El esfuerzo de formación en aquel momento desarrollado tuvo su fruto y fue considerado como uno de los factores claves en el desarrollo social y económico de los Estados Unidos durante la década de los años 50.
La crisis de Fagor Electrodomésticos ha puesto en alto riesgo el empleo de muchos trabajadores de nuestro valle. Pero, además del empleo, lo que están en riesgo es el proyecto de vida de muchos de ellos y de sus familias. Estamos ante una situación en la cual muchos de ellos van a necesitar una segunda oportunidad en la vida.
La Corporación y Mondragón Unibertsitatea tienen en el Stanford en 1945, un excelente modelo para Mondragón en el 2013. No sugiero que Mondragón Unibertsitatea imparta clases nocturnas, sino que, simplemente, se articulen capacidades ya existentes para actualizar o mejorar los conocimientos de los trabajadores que se vean afectados por el desempleo.
Reconozco que quizás no hubiera tenido por qué ir tan lejos como Stanford para recomendar la conveniencia de una segunda oportunidad en la vida. Bien es cierto. Hubiera podido limitarme a recordar que los cinco fundadores de ULGOR cursaron estudios de ingeniería técnica a distancia una vez concluida su jornada laboral.
Sea el Stanford o el Mondragón de 1945, el lugar es lo menos relevante. Lo importante es que sirvan de modelo para Mondragón de 2013. Al día de hoy, debiéramos de poder hacerlo mucho mejor, pues disponemos con recursos incomparablemente superiores a los que Don José María Arizmendiarrieta contaba cuando desarrolló sus primeros proyectos de formativos y empresariales.
Aitor Orobengoa Ortubai.
ISEA S. Coop.
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