El impacto de la crisis económica en la gestión (Artículo publicado en el ejemplar de Octubre de la revista TU LANKIDE)

Numerosos medios se han hecho eco de los resultados del último estudio GEM de la CAPV, el cual revela que la actividad emprendedora vasca sufrió en 2016 una nueva recaída: En concreto, únicamente el 3,3% de la población vasca estaría involucrada  en  la  puesta  en  marcha de nuevos negocios.

Es claro que la crisis económica ha provocado una regresión en la orientación emprendedora. Los datos aportados por el CIS ratifican esta regresión: En 2002, el 61% de los españoles contemplaba el autoempleo como la primera opción de empleo. En 2015, la opinión había cambiado radicalmente: sólo el 36,6% de la población española optaba por desarrollar su propio negocio.

Si bien los medios han resaltado el bajo nivel  de emprendimiento de la sociedad vasca, un dato igualmente trascendente ha pasado inadvertido: el relativo a la tasa intraemprendedora. Un exiguo 3% de la población vasca manifiesta haber participado en la puesta en marcha de iniciativas emprendedoras en el seno de sus empresas.

Si bien este dato supone un ligero repunte con relación al resultado correspondiente al año 2015, que se situaba en el 1,4%, está muy por debajo de los resultados de las economías europeas. A modo de ilustración, países como Suecia y Dinamarca presentaban tasas de intraemprendimiento superiores al 9%. España, con una tasa del 2%, se situaba en el puesto 26 en el ranking europeo.

Este dato es trascendental, porque el Foro de Davos en su informe "Los emprendedores ocultos de Europa”,  pone de manifiesto que la actividad intraemprendedora de las organizaciones permitiría comprender cómo un continente competitivo como Europa presenta una actividad emprendedora general aparentemente tan baja.  Así, la actividad intraemprendedora en el seno de las empresas vendría a suplir o completar el emprendimiento general de las sociedades europeas.

Si a las informaciones relativas a la propensión emprendedora sumamos las observaciones sobre las actividades de I+D en Euskadi, el panorama adopta tonos sombríos. Conforme a las informaciones aportadas por el EUSTAT, en el año 2015, el gasto en I+D de Euskadi se situaba en el 1,84% del PIB, muy alejado de la meta del 3% establecida como objetivo en las políticas públicas hace escasos años.

Un factor poco investigado, y por tanto desconocido, es la influencia de la crisis económica en las prácticas de gestión empresariales. Nuestra observación directa nos muestra que muchas empresas estaban en 2008 culminando la elaboración de sus planes estratégicos y que estos planes fueron abruptamente abandonados por la irrupción de la crisis, que llevó a las empresas a adoptar medidas excepcionales para asegurar la supervivencia.

Ahora bien, esta reacción natural y lógica se ha institucionalizado,  y en el curso de los últimos años nuestras empresas se han instalado en la lógica de la contingencia y el rendimiento a corto plazo: Según una encuesta elaborada por la consultora McKinsey, el 63% de los directivos encuestados declaró que la presión para obtener resultados a corto plazo se ha incrementado en los últimos cinco años. De hecho, el 79% afirma estar especialmente presionado para generar una elevada rentabilidad en un período inferior a los dos ejercicios.

Si bien en la literatura se enfatiza la importancia de ciertos factores en la competitividad, por ejemplo, el desarrollo tecnológico, la innovación, la internacionalización,…rara vez se menciona la trascendencia de las prácticas de gestión empresarial. Por ello adquiere relevancia una investigación, publicada en 2017,  llevada a cabo por investigadores de la Universidad de Stanford, el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Oficina del Censo de los Estados Unidos sobre una muestra de 32.000 empresas de manufactura americanas. El estudio refiere que los sistemas de gestión explicarían hasta el 18% de las diferencias de productividad existentes entre las empresas, mientras que la inversión en I+D explicaría hasta el 17% de las diferencias de productividad, las competencias profesionales el 11% y, finalmente, la inversión en TICs serían responsables del 8% de dicho diferencial de productividad.

A la luz de estas evidencias, parece claro que las empresas vascas han sufrido un proceso de adaptación competitiva ante la crisis que, además de considerar los factores asociados a los costes, por ejemplo mediante la devaluación de los salarios y de las condiciones laborales de contratación, ha ocasionado la degradación de otros factores (como el desarrollo tecnológico, el intraemprendimiento, la implantación de las TICs, etc.), junto con un deterioro de la gestión empresarial.

Parafraseando a David H. Maister, autor que asimila los comportamientos de las organizaciones empresariales a las etapas evolutivas de la especie humana, las empresas vascas habrían involucionado hacia el estereotipo “cazador”, caracterizado por la adaptación oportunista ante las contingencias, en contraposición al estereotipo de “agricultor”, que caracteriza a las empresas que llevan a cabo un esfuerzo sistemático de desarrollo de capacidades con el objetivo de afrontar los retos del futuro.

Otros autores emplean el término de “empresas ambidiestras”, aquellas organizaciones que afrontan los períodos de crisis mediante el desarrollo de estrategias regenerativas, simultaneando sus actividades de explotación, es decir sacando partido de los productos, mercados y negocios actuales, y la exploración, intensificando el emprendimiento y la búsqueda de nuevas opciones de negocio para construir su futuro.

Recientemente, dos consultoras rivales, McKinsey y Bostong Consulting Group, han llegado a conclusiones equivalentes al analizar los resultados de las empresas conforme a su orientación en la gestión: A largo plazo “las empresas ambidiestras” superan ampliamente a las compañías de orientación cortoplacista, tanto en crecimiento como en rentabilidad.

Ahora que las predicciones macroeconómicas apuntan a que en 2017 la economía vasca recuperará los niveles de PIB perdidos en el curso de la crisis económica, es relevante preguntarse si no estamos ante el momento oportuno para reconducir la trayectoria: Se trataría de elegir entre continuar con un modelo industrial basado en productos de contenido tecnológico medio-bajo, una competitividad basada en los costes y la búsqueda del rendimiento a corto plazo o bien migrar hacia un modelo de competitividad basado en el desarrollo tecnológico, la diversificación y la incorporación de nuevos modelos de negocio. Ser cazadores o agricultores. He ahí el dilema.

Mikel Orobengoa Ortubai

Director Gerente

ISEA S.COOP.

 

 

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